Organiza tu caja chica: claves para control de gastos diarios

A ver, chamacos, les voy a echar un chisme bien bueno, pero de esos que valen oro molido, como cuando encuentras una moneda de $10 en el refri. ¡Ái les va! En la tiendita, la lana entra y sale más rápido que don Ramón escapándose del señor Barriga. Que si una coquita pa’ la calor, que si una recarguita, que si el gas, que si servilletitas pa’ los tacos… Y en ese ir y venir, la caja chica se vuelve la mera mera pa’ llevar el control y no andar como el Chavo, con “no me den, porque le doy”.

Pero neta, ¿qué tantos de ustedes la traen bien organizadita? Si parece costal de cosas: tickets todos doblados, moneditas sueltas que ya ni sabes si son tuyas o del niño que fue por unas papas. No se me agüiten, que aquí su tío Don Cheto les va a pasar la receta del éxito para tener esa caja chica al tiro:

Ponle un tope a la lana, mi rey

No se me hagan bolas, la caja chica no es como el barril del Chavo, no es refugio pa’ todo. Tú decide si vas a meterle mil pesitos por semana, o menos, según cómo se mueva tu changarro. Lo importante es no pasarse de lanza.

Usa una cajita exclusiva, como tesoro

Ya sea un sobrecito, una cajita con llavecita, o una de esas de metal que parecen de feria. Pero no revuelvas la lana de las ventas con la de la caja chica, porque luego andas más confundido que el Chapulín Colorado cuando dice “¿Y ahora quién podrá defenderme?”.

Lápiz y papel... o celular, como los millennials

Apunta todo, TODO, sobrino. Que si compraste bolsas, que si pagaste la recarga del gas, lo que sea. Ponle fecha, qué fue y cuánto fue. Si eres moderno, usa una app, si no, un cuadernito de los de raya. Lo importante es que sepas en qué se va el varo.

Guarda los papelitos como si fueran de la lotería

No tires los tickets ni los comprobantes, aunque sean del puesto de la esquina. Guárdalos en un sobre, un clip, una bolsita del mandado, lo que sea. Ya verás que cuando toque rendir cuentas, hasta te van a aplaudir.

Cada semana, dale mantenimiento

Hazle corte de caja como si fueras contador. Checa cuánto gastaste, repón lo que usaste, y si te sobran pesitos o te faltan, ajústale el monto pa’ la próxima. No es ciencia de la NASA, es puro sentido común, como diría Cantinflas.

Nada de andar agarrando de ahí pa' los antojos

¡Alto, alto, alto!, como decía el Chompiras. No le metas mano a la caja chica pa’ comprarte unas papas o pagar el pasaje. Eso sólo revuelve el caldo. Si de a tiro tienes que agarrar, anótalo como préstamo y regrésalo luego.

Ventajas de tener esa caja chica bien al centavo:

  • Tienes más orden que libreta de calificaciones.

  • Le cierras la llave a las fugas de dinero.

  • Planeas mejor tus compritas.

  • Rindes cuentas como se debe, si tienes socio o socia.

Chamacos, organizar la caja chica es como tener un superpoder. Y en este changarro llamado vida, el que no lleva control, termina diciendo “Fue sin querer queriendo”.

Así que pónganse buzos, mi gente. Sean los supertenderos que su barrio necesita.

¡Con orden y estilo, su tienda se convierte en negocio con futuro!

Atentamente, Don Cheto el Abarrotero

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